Cromlech de Cantos Blancos
El complemento al campo de túmulos de Bernardos lo constituye el crómlech de Cantos Blancos, el primer monumento de estas características detectado en toda la Comunidad de Castilla y León.
El término crómlech proveniente del francés, derivado a su vez del bretón: kroum (corona) y lech (piedra). Es un tipo de construcción común en Europa Occidental, destacando los impresionantes alineamientos megalíticos de Carnac o el icónico Stonehenge en el condado de Wiltshire (Inglaterra).
Dispuesto a 1 km en línea recta en dirección O-E con el dolmen de Santa Inés, no pasa desapercibida su posición estratégica y privilegiada en el hombro del valle del Eresma, justo en la confluencia con el arroyo de Santa Inés y con el pico de Peñalara como telón de fondo. La factura megalítica viene atestiguada por la colocación de grandes menhires de cuarzo que dibujan líneas, recintos circulares y plantas ovaladas erigidas entre el V-III milenio a. C. y que surgen en el marco de las sociedades neolíticas. Al igual que en otras áreas de Europa occidental, a partir del V milenio a. C., debieron de responder a las necesidades que tenían los grupos humanos para la creación de referentes monumentales como punto de reunión y encuentro.
Así pues, hemos de entender la construcción de Cantos Blancos —y del cercano dolmen de Santa Inés—, como la expresión de un esfuerzo colectivo por parte de un número considerable de personas afines al objetivo perseguido. Asimismo, el reparto de las tareas debió de ser ciertamente complejo: desgajado de los ortostatos, configuración de su forma apuntada mediante talla, transporte a su lugar previamente determinado, colocación y anclaje de los menhires, además de la manutención de las gentes implicadas.