¡Carcelero! ¡Compasión!
Tengo fiebre y me traspasa
el frío de esta prisión.
¿Por qué no puedo irme a casa?
Se oyen puertas rechinar.
Noches de gritos. Dolor.
La sangre me hacen brotar
vuestros golpes de furor.
Aquí hay hambre, enfermedades
y nos tienen apiñados
con piojos y suciedades,
maldecidos y vejados.
Miedo y desesperación
por un trato irracional.
Impotencia, humillación…
Vuestro instinto criminal.
Me encerraron -por pensar-
quienes a ti te manejan.
¡No me quieras maltratar!
¿Qué perversos te aconsejan?
Anteayer me torturaste
por complacer su maldad.
Las cadenas que me ataste…
¡Quítalas ya, por piedad…!
A muerte me han condenado
y me van a fusilar.
Ni siquiera me han juzgado…
¡Me “defendió” un militar!
Ellos me quitan la vida;
aunque mi causa es muy justa.
Mi baza está ya perdida,
mas la muerte no me asusta.
El que a mí me matará,
por saciar sed de venganza,
mi sangre convertirá
el odio en nueva esperanza.
Mis hijos y mi mujer
malviven con un mendrugo.
¿Y tú que has llegado a ser?
Torturador y verdugo.
El día que reflexiones
sobre lo que estás haciendo,
maldecirás las prisiones
por el horror que estás viendo.
Ahora soy yo el prisionero
porque así ha sido el destino.
O eres un “perro faldero”
o seguirás mi camino.
Aquí hay muchos hombres más
con una condena dura
que no cejarán jamás
mientras haya dictadura.
Somos seres inocentes
a merced de unos sicarios
armados hasta los dientes.
Como lobos sanguinarios.
El fascismo es represión,
abusos, asesinatos,
ostracismo, corrupción
y cientos de correlatos.
El único que se salva
es el propio dictador.
A los demás, “Dios les valga”
si no sirven al “señor”.
Contra todo esto he luchado
y continúo luchando.
Por eso me han condenado
a muerte. Estoy esperando.
Tú vivirás sin temores
mientras estés de su lado.
Mis penurias son mayores
y a ti ya te he perdonado.
Quizás nos matéis a todos.
Pero un día llegará
en que se aparten los lodos.
La libertad brillará.
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Poema algo truculento, pero real. Escrito para honrar la memoria de los hombres y mujeres que, en Bernardos, sufrieron la terrible venganza represiva del régimen de Franco durante y después de la guerra civil. Fueron encarcelados, y algunos de ellos ejecutados, por actuar como representantes democráticamente elegidos por el pueblo.
ENCARCELADOS: 47 hombres y 7 mujeres; que dejaron un total de 79 niños semiabandonados en sus casas. Fueron condenados –entre todos ellos- a 964 años de prisión; de los cuales, en total, cumplieron 176.
EJECUTADOS: 13 en Segovia y 1 en Pamplona, tras su condena a muerte en sendos “Consejos de Guerra”. A ellos, hay que añadir 2 muertos más, asesinados a sangre fría por grupos de esbirros incontrolados del régimen franquista en algún descampado.
Todo ello en un pueblo que tenía poco más de 1.000 habitantes en aquellos años.
Estos datos están extraídos del exhaustivo estudio que sobre este tema ha llevado a cabo, en toda la provincia de Segovia y en otras provincias españolas más, el historiador Santiago Vega Sombría. Y que están rigurosamente contextualizados en su obra editorial.
Luis Arranz Boal