De fiestas por segovia

Con la llegada del verano comienza también la ‘temporada’ de fiestas en los diferentes pueblos de la provincia de Segovia. Vermús, encierros y verbenas son sus principales atractivos.

Junio

  • Navas de Oro – Del 12 al 17 de junio
  • Segovia – Del 24 al 29 de junio

Julio

  • Arévalo (Ávila) – 5 y 6 de julio
  • Orgigosa de Pestaño – 14 y 15 de julio
  • Valseca – Del 27 al 30 de julio

Agosto

  • Melque – Del 3 al 5 de agosto
  • San Lorenzo (Segovia) – Del 10 al 12 de agosto
  • Vallelado – Del 13 al 16 de agosto
  • Coca – Del 13 al 18 de agosto
  • Mozoncillo – Del 14 al 17 de agosto
  • Aguilafuente – Del 14 al 18 de agosto
  • Cantalejo- Del 14 al 19 de agosto
  • Miguelañez – 15 de agosto
  • Navalmanzano – Del 15 al 18 de agosto
  • Ortigosa del Monte – Semana del 15 de agosto
  • La Granja – Del 17 al 25 de agosto
  • Fuentepelayo – Del 22 al 25 de agosto
  • Sepúlveda – Del 23 al 27 de agosto
  • Bernardos – Del 24 al 28 de agosto
  • Cuellar – Del 24 al 29 de agosto
  • Villacastín – Del 24 de agosto al 1 de septiembre
  • Cantimpalos – Del 25 al 27 de agosto
  • Torrecaballeros – Último fin de semana de agosto
  • Otones de Benjumea – Último fin de semana de agosto
  • Valsaín – Del 30 de Agosto al 4 de septiembre

Septiembre

  • Abades – Primer fin de semana de septiembre
  • Carbonero el Mayor – Del 5 al 10 de septiembre
  • Santa María la Real de Nieva – Del 7 al 11 de septiembre
  • El Espinar – Del 7 al 14 de septiembre
  • Pedraza – A partir del 8 de septiembre
  • Etreros – Del 11 al 14 de septiembre
  • Cabezuela – Del 13 al 16 de septiembre
  • Nava de la Asunción – Del 13 al 22 de septiembre
  • Riaza – Del 14 al 22 de septiembre
  • Ayllón – Del 26 al 29 de septiembre
  • San Rafael – Último fin de semana de septiembre

Si echas en falta alguna … nada más que nos lo hagas saber

Los Mayos

Con la llegada de la primavera se cumple un nuevo ciclo vital en el que la naturaleza muestra sus mejores galas, renovando colorido y vitalidad. Ello hace que sea considerada la ‘estación del amor’ por excelencia, título que asume Julio Caro Baroja en su excelente libro sobre esta época del año. Por otra parte, la Cuaresma (periodo de más oscuridad y recogimiento que no en vano coincide con el duro invierno) ha quedado atrás, situada estratégicamente en el gozne de la estación. Las primeras manifestaciones folclóricas de la primavera son las Marzas (cantos de bienvenida de la misma, en que se ronda a las mozas), pero es en Mayo cuando se produce la verdadera oclusión de costumbres auspiciada por el tiempo benigno que va sazonando las mieses. Dentro de estas tradiciones vamos a analizar dos: Mayos y Mayas. Ambos son géneros distintos, con temáticas distintas; aunque circunscritas a un mismo periodo y con variaciones dependiendo de las zonas.

Los Mayos

Estos cantos están íntimamente unidos a la costumbre de ‘pingar el mayo’. El mayo es un árbol o palo alto que los mozos plantan en un lugar público (la plaza generalmente) y alrededor de él se divierten y huelgan con cantes, bailes, y fiesta durante todo el mes. (En algunos sitios de Burgos, como Tórtoles, se queda todo el año).

Los mayosPreviamente se había cortado un árbol (pino o chopo), se había desmochado y se había llevado al pueblo para ser introducido en un hoyo profundo hecho al efecto; operación que requiere el concurso de al menos ocho personas, dada la dificultad de levantar tanto peso. Sólo en el extremo superior del tronco se conservan algunas ramas, con el fin de atar allí las sogas que ayuden a su elevación. Al dar las 12 de la noche, tránsito al mes de Mayo, se coloca y afianza, y los mozos más atrevidos escalan para quitar las sogas y de paso poner algún adorno. No resulta difícil apreciar en el mayo un símbolo del despertar sexual de los jóvenes, coincidiendo con el despertar de la Naturaleza. Su carácter totémico y su filiación precristiana nos hacen remontarnos a tiempos ancestrales. Sin embargo, la capacidad de adaptación del cristianismo a las costumbres anteriores, transformándolas con un tinte religioso, hace que en algunos lugares de Burgos (Aranda de Duero) se llame ‘pingar una cruz’, en clara referencia a la bajada de la Cruz.

Como hemos dicho, alrededor de Mayo se produce una explosión de regocijo, traducido en cantos, bailes, comidas; en algunos sitios incluso con presencia de hogueras. Entre los cantos se conocen al menos dos tipos: uno hace referencia al árbol ‘pingado’ y estaba destinado al baile. Hacen alusión a la buena marcha de las mieses y alaban la llegada de la primavera. El otro tipo tiene un contenido erótico y se solaza en la descripción física de las partes de la mujer, cantando sus excelencias con un tono entre picante y cortés. Es un cantar de ronda practicado, lógicamente, por los hombres.

I
¡Vítores, Mayo,
que te empinaron!
Pero fue con la ayuda
de los casados.

Para bailar este Mayo
licencia, señores, pido;
no digan a la mañana
que yo he sido el atrevido.

Antaño, cuando por Mayo,
cuando los grandes calores,
de que las cebadas ciernen
los linos ya tienen flores.

Vítor, Victoria:
¿Quién se comió la carne?
Quién se comió la carne…
La carne,…la Regidora.

En Mayo me dió un desmayo,
en Mayo me desmayé,
en Mayo cogí una rosa,
en Mayo la deshojé.

(Recogido de la obra de Federico Olmeda ‘Cancionero popular de Burgos’. Burgos, 1975.)

II

Tus cabellos, rayos de oro,
que cuando los estás peinando
se te caen sobre los hombros
siete cortinas de ramos.

Tu frente, plaza de armas,
guarnecida de cañones.
Tus ojos son dos luceros
que roban los corazones.

Tu nariz es cañón de oro,
encima de laberías
que con tus dientes se lanzan
de tu boca peregrina.

Tu garganta es cristalina
que cuando vas a beber
el agua desencamina
sin poderlo detener.

Tus pechos, cofre cerrado,
por una tela cubiertos,
pues con esa tela tapas
la blanca nieve del puerto.

Tu cintura es delgadita
como junco de ribera
que entre todas las mujeres
puedes presentar bandera.

Desde la cintura al muslo
yo no puedo adivinar:
lo que esta mujer merece
ella sola lo sabrá.

Tus piernas son tan hermosas;
en ellas medias azules
parecidas a los cielos
cuando están sin una nube.

Los zapatos de esta niña
deberían ser de plata
con las hebillitas de oro
y yo rendido a sus plantas

(Recogido de Heliodoro Sanz Núñez en Bernardos, Segovia)

José Luis Bartolomé

Tradiciones vivas

La Nochebuena se celebra la noche del día 24 de diciembre, víspera del día de Navidad. Es la celebración cristiana del nacimiento de Jesús y las costumbres varían de unos lugares a otros pero es bastante común una reunión familiar para cenar y, sobre todo en los países protestantes, el hacer regalos.

Una de las tradiciones que se mantienen vivas en Bernardos y otros pueblos limítrofes es hacer una luminaria ese día. La costumbre de reunir troncos de madera y encender con ellos hogueras tiene la intención de acabar con todos los infortunios y problemas antes del nuevo año.

Algunas cosas han cambiado, pero la tradición persiste. Antes, los jóvenes del pueblo iban casa por casa pidiendo leña con la que hacer esta hoguera, se quitaban las retamas de los vallados e incluso se bajaba a Miguelañez a robar la leña que en el pueblo de al lado habían conseguido. También había que tener cuidado para que ningún ‘gracioso’ prendiera el fuego antes de lo estipulado, y el que lo intentaba normalmente salía malparado. Al finalizar el fuego, la gente esperaba paciente con sus braseros para coger las ascuas y tener asegurado el calor en el salón de la casa, bajo la mesa principal. Este mismo día, también era tradicional asistir a la Misa del Gallo, que tenía lugar a las 24:00 horas.

Desde hace unos años no se celebra la Misa del Gallo, pero sí persiste la chisquereta. Los jóvenes, en vez de pedir la leña, bajan esa misma tarde a por ella al pinar, con remolques e incluso un camión (a lo que hay que añadir lo que la gente lleva voluntariamente: ramas de la poda, trastos viejos, etc.). El lugar también ha cambiado: de la antigua fábrica de mantas se ha pasado a la explanada donde en fiestas se ubica la plaza de toros. Mientras la leña se va quemando, los asistentes amenizan la estancia cantando villancicos, bailando y brindando con alguna bebida: sidra, cava, etc. Posteriormente ya nadie coge las brasas y el fuego se apaga poco a poco entre el frío de la noche. Algún osado que ha estado toda la noche en vela es el que mejor provecho saca de ellas, asando unas chuletillas o patatas que a esas horas saben a gloria.

Hoguera de nochebuena

Las peñas de Bernardos

En Bernardos, y en las fiestas de verano,
se hacen Peñas, que son reuniones de amigos.
Nos juntamos por edades y pasamos
unos cuantos días buenos. Divertidos.

Disponemos de un local o casa vieja
que limpiamos y arreglamos con cariño
para que haga las funciones requeridas
hasta el ‘día de la abuela’ como mínimo.

Hay algunas que se forman con casados
y las más, que son de jóvenes o niños.
Todas van bien adornadas, guarnecidas
con bebidas y licor de todo tipo.

Nunca falta algún rincón en estas peñas
que procura al pensamiento un atractivo.
‘Picadero’, denominan el lugar.
Para más señas, le dan forma de nido.

Y, con cierto aire de trampa, allí se espera
a que ‘caiga’ una chica que se ha perdido.
Pocas veces se da el caso de que ocurra
pero siempre es bueno estar bien prevenidos.

La bodega es otro de los apartados
que requiere vigilancia y cometido,
pues allí se depositan las ‘esencias’
y los ‘caldos’ que luego han de ser bebidos.

Para ver si la bebida está en su punto
se hacen ‘catas’, ‘pruebas’, ‘tragos’ y ‘chupitos’.
Libaciones que hay que hacerlas con mesura.
Si te pasas, ese día vas ‘cocido’.

La tarea es importante y se requiere
que la lleven a cabo los ‘entendidos’.
Y, por último, el tercero en importancia,
el salón, que ha de ser guapo y divertido,

porque en él se experimentan por la noche
las caricias, los abrazos y besitos
que acompañan con la música adecuada
susurrando las parejas al oído.

Si te quedas un buen rato, cuando sales,
llevas tienda de campaña. Prometido.
Este oficio es peculiar y se requiere
mucha ‘labia’, simpatías y buen tipo.

Como veis, el sitio está bien preparado
para hacer que se consiga el objetivo,
albergándonos la gula y la lujuria
que estos días nos aturden el sentido.

A los dioses Baco y Venus nos juntamos
y con ellos recorremos el camino.
Cada día de las fiestas nos deparan
emociones en uno y otro sentido.

Y nos guían como buenos compañeros,
ayudándonos a evitar desvaríos
De las peñas a los toros y, de aquí,
a cualquiera de los bares o al Casino.

Y volvemos otra vez hacia las peñas
a buscar ‘eso’ que nos pide el instinto.
Atendemos al torero, a la taberna,
a la música, al cachete y al ombligo.

Aunque esto último nos pide discreción,
pues contárselo a otra gente está mal visto.
Cada día nuestras peñas nos ofrecen
ilusión, compañerismo y atractivo.

En la víspera desfilan disfrazados
de payasos, de ‘vedettes’ o bandidos.
Y, en los toros, son el único elemento
que se anima en los asientos del tendido.

Si no fuera por las peñas y charangas,
el vermouth ya no tendría ni sentido.
Unos días te organizas el almuerzo
y, otros, te echas una siesta si es preciso.

Allí llevas a un amigo de invitado
y, si tarda mucho en irse, va bebido.
A partir de medianoche se relatan
las historias más tremendas que has oído.

Te las narra un trovador improvisado
cuando ya un poco de ‘caldo’ se ha metido.
Y, si el tema es la Política, seguro
que te arreglan el país ‘como es debido’.

Hay algunos que se quedan a dormir,
pero pocos los que lo hayan conseguido.
Entre voces, chistes malos y blasfemias
los ‘colegas’ el sueño te lo han jodido.

Ya no se hace limonada como antaño,
que trataban y elaboraban el vino.
Ahora tienes multitud de comestibles,
de refrescos, de licores y batidos.

Más que peñas, hay algunas que parecen
almacenes o tiendas de ultramarinos.
Sin embargo, y aunque tengan algún fallo,
preferimos resaltar lo positivo.

Porque, amigos de Bernardos, sin las peñas,
nuestras fiestas carecieran de sentido.
Y son ellas, junto a los toros y el baile,
las que dan a los festejos, poderío.

Es que el pueblo se merece esto y más cosas
que a la virgen del Castillo hemos pedido.
Por ejemplo, que no falte la alegría
y que reine la armonía entre vecinos.

Por todo ello ¡Viva el pueblo con sus peñas!
Y también ¡Viva la virgen del Castillo!
Como vírgenes hay pocas, la mimamos.
Porque santas hay bastantes. Más que obispos.
Y ella, a cambio, a nuestras peñas les permite
desmadrarse con la gula y la libido.

Luis Arranz Boal. Otoño del 2006

Las fiestas de mi pueblo

En las fiestas de Bernardos
la alegría es lo primero,
la bebida lo segundo
y los toros lo tercero.

Días antes de la fiesta
ya comienzan los eventos.
Participa mucha gente
y todos están contentos.

Con las peñas, con deportes,
con la música y el juego,
vamos entrando en materia
para lo que viene luego.

El viernes con la velada
comienza el desmadre ya.
Sin embargo aún no hay trajes.
(Aunque ya pronto vendrán).

El sábado. Todo el día
las peñas están al rojo.
Por la tarde, los santeros.
Por la noche, baile y toros.

La juventud y otras hierbas
ya, ni se van a dormir.
Quieren estirar la noche
para ver el sol salir.

El encierro del domingo
aglutina a todo el pueblo:
viejos, jóvenes y niños.
Los de aquí y los forasteros.

Por la tarde, la corrida.
Donde las peñas animan
a unos toreros de turno
que pocas veces atinan.

La noche se hace muy larga
y algunos se han de marchar,
porque al día siguiente es lunes
y tienen que trabajar.

El lunes tras el encierro,
charanga de bar en bar.
Por la tarde, buena siesta.
Porque hay que recuperar.

Otros, en cambio, prefieren
marcharse a la procesión,
bailar la jota a la Virgen
y mostrar su devoción.

La noche vuelve a ser larga.
Los cuerpos van descansados.
Se han duchado, muda nueva,
afeitados y cenados.

Comienza el baile a las tantas.
Es igual, no nos quejamos.
Nos quedan horas de sobra,
incluso ‘pa’ emborracharnos.

El tercer día los cuerpos
ya no admiten más bebida.
Y sin embargo no para
el jolgorio y la movida.

Encierro por la mañana,
charlotada por la tarde.
Y en el baile resistimos
hasta que todo se acabe.

La gente se va marchando
a casa poquito a poco.
Van tristes porque mañana
no habrá charanga ni toros.

En el ‘día de la Abuela’,
los colegas y amiguetes,
en las peñas y en los bares,
cuentan ‘dimes’ y ‘diretes’.

Con la misa por la tarde
y, de noche, la velada;
ponemos punto final
a una semana tan larga.

Y la virgen del Castillo…
¿De todo esto qué nos dice?
‘Que hagamos lo que nos plazca’.
‘Que ella todo lo bendice’.

Con este santo permiso,
no nos asusta el desmadre.
Durante unos cuantos días
no conoces ni a tu padre.

Si te pasaste con algo
ella te lo ha perdonado.
Como solemos decir:
‘que nos quiten lo bailao’.

Así se acaban las fiestas
de este pueblo castellano.
Unos marchan, otros quedan,
y… a esperar otro verano.

Luis Arranz Boal. Agosto del 2006