¡Vaya veranitoooooo!

La canícula nos va poniendo a prueba.
Mil sudores si me ausento de mi casa.
Ni siquiera el poco viento que se mueva
atenúa este sofoco que me abrasa.

Busco sombra, busco aire acondicionado,
busco el agua que me pide la garganta
y, con todo, no consigo estar calmado…
La tremenda desazón casi me espanta.

Nunca tuve el malestar en la cabeza
ni el cansancio que me invaden este estío.
Debe ser que la sabia naturaleza
se subleva contra nuestro desvarío.

Se acumulan, al efecto invernadero,
los desastres ecológicos mundiales.
Esta Tierra ya parece un vertedero
de basuras, aguas y aires residuales.

Responsables somos todos los humanos,
pero más los que detentan el poder.
La respuesta a esta agresión, en nuestras manos
la tenemos. Y debemos proceder.

O si no, nuestros hijos heredarán
un planeta putrefacto, inhabitable.
Y a la cara, con razón, nos gritarán:
“No luchasteis cuando todo era evitable”.

Verano del 2010 – Luis Arranz Boal

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