Cuándo y porqué se explotaron las pizarras de Bernardos

La decisión de construir los tejados de pizarra para las obras reales se toma en 1559, cuando se desecha el plomo que era el material elegido en primer término. Gaspar de Vega, por entonces el maestro responsable de las obras del Palacio de Valsaín, a pesar de ser en principio partidario del plomo como material de la cubierta, le cuenta al rey en una carta fechada en enero de 1559 los problemas de las planchas de plomo, que además de traerse de fuera de España llegaban gravemente dañadas.

Felipe II, que se encontraba en Flandes, añade en su respuesta otros inconvenientes del metal ‘el uno que cargaría mucho la casa; y el otro que el verano la haría muy calurosa, como se tiene por experiencia de lo de acá. Y hame parecido que será mejor hacer los tejados agros, a la manera de los de estos estados, y cubrirlos de pizarra, que como habéis visto son muy lucidos…‘. Además, en la misma carta expone la planificación de dichas tareas: ‘Y así he mandado que se busquen ocho oficiales diestros, dos para sacar la pizarra, y cuatro para cortarla, aderezarla y sentarla, y los otros dos para hacer los maderamientos de los tejados y armarlos; y todos partirán a tiempo que sean ahí a la primavera. Entre tanto hareis cortar y desvastar las maderas convenientes para los dichos tejados y tenerla a punto; y que con diligencia se busque la pizarra lo más cerca y a propósito de la casa que ser pudiere, porque llegando los oficiales no pierdan tiempo…‘. El propio rey se permite ya aconsejarle sobre la zona más cercana donde había visto dicho material, ‘no se hallando más cerca, en Sta. María de Nieva la ha de haber, que pasando yo por allí, vi hacer cierta obra de ella en la iglesia‘.

El monarca, enamorado de la arquitectura europea con tejados de pizarra, había decidido que en el resto de obras reales se utilizara también el material: ‘El tejado de las caballerizas de Madrid queremos que sea también de pizarra, y de la facción de los de acá‘.

Alcázar de Segovia Felipe II concertó el envío de los oficiales extranjeros que, procedentes de Flandes y el norte de Francia, llegaron a Valladolid a comienzos de julio. Para usar la pizarra en las distintas obras se trataba de buscar el material en los lugares más cercanos posibles, con el fin de no encarecer demasiado el transporte. Por ello, varios especialistas recorrieron las posibles comarcas donde la pizarra fuera material dominante. Para Segovia, la zona de Santa María se consideraba la más adecuada, para Madrid se había optado por el contorno de Torrelaguna, y para las obras de Toledo, la comarca de Yébenes sería la más indicada.

Los oficiales extranjeros vieron en las laderas pizarrosas de la ribera del Eresma el material óptimo para hacer las piezas de los tejados. Como en Madrid no se encontró una pizarra de igual calidad, las canteras de Bernardos comenzaron a suministrar material en otras obras reales de la villa y Corte, como el antiguo Alcázar o el cazadero de El Pardo, antes de la edificación del monasterio del Escorial, principal obra que se cubrió con la pizarra de Bernardos.

José Ubaldo Bernardos Sanz

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